miércoles, 30 de junio de 2010

CAMBIOS.

Ya no me salen las cuentas.
Por mucho que lo intento,
siempre me sale el mismo resultado.
Realmente, siempre ha sido así,
pero me las arreglaba para falsearlas,
para que diera el resultado querido,
y no el real.
Sigue sin salirme las cuentas,
pero ya no importa tanto.
Ya me pasé a letras.

SENTIDOS.

Tengo que confesar que tengo debilidad por ciertos seres.
Unos muy pequeñitos por fuera,
pero inmesamente grandes por dentro.
Pueden ser feos o guapos, pero siempre bellos.
Son aquellos de apariencia débil.
Forjados en ese fuego que quema después de abrazar.
Luchadores no natos en la batalla de su vida,
pero luchadores de por vida.
Y tengo una sobrenatural debilidad, porque estan ahí.
Los puedes tocar,
oír,
oler,
y hasta morder.
Pero ya verlos...
ya eso amiga.
Son sentidos mayores.

DESVELOS.

Siento, un desazón por lo venidero.
Siento, dos almas distanciadas.
Siento, tres momentos contigo que tú ya olvidaste.
Siento, cuatro miradas que desconoces.
Siento, cinco sentidos ausentes.
Siento, seis pasos hasta tus brazos.
Siento, siete minutos de retraso.
Siento, ocho muecas del destino.
Siento, nueve veces nueve todo lo que te digo.
Siento, diez motivos para sonreirte.
Siento, once horas de preliminares.
Y así, así podría seguir contando hasta mil.

Siempre, claro, que esté soñando,
porque despierto,
tan sólo siento compañera,
una pesada etiqueta sobre mí.

UN POCO DE NADA.

I

Lo siento mucho, pero te odio.
Te odio, porque últimamente
no me das motivos para odiarte.

II

Ahora que me muevo por inercia
porque conozco el camino,
disminuyen mis fuerzas,
porque mi cabeza no está
donde se encuentran mis pies.

III

A veces me siento,
pero no me levanto.

IV

A buen entendedor
pocas palabras vastas.

sábado, 26 de junio de 2010

UNA NOCHE CONTIGO.



Se que lo hiciste sin darte cuenta, que no eras consciente de ello,
pero a pesar de ello, te tengo que decir que ayer lo volvistes a hacer.
Empezaste sorprendiéndome por la izquierda con una sonrisa más amplia que la que estás habituada a lucir.
A continuación, y como de costumbre,
tuviste que levantarte y echarte a andar.
Con ese movimiento tan tuyo,
que consigue que se te levante y baje la melena.
Y a mí, el ánimo.
Después, me ausenté unos minutos,y claro, tú no podías haberte quedado impávida, mirándote las uñas,
observar si había algún tipo interesante a tu alrededor,
o simplemente haberte quedado embobada mirando al horizonte con algún pensamiento insulso, o al menos, egoísta.
¡No! ¡Cómo no! Tú tenías que abrir el bolso, y ponerte a leer...
Por cierto...de lo atractiva que te encuentro cada día que pasa,
de eso, de eso mejor ni hablamos.
También, me llevé toda la noche esperando que me pidieras perdón
porque semanas atrás te mordiste los carrillos mientras tu indecisión viajaba de tu cabeza a tu boca y vuelta atrás de nuevo, y en tu línea, no lo hicistes.
En vez de eso, decidiste demostrarme toda la humanidad que hay en ti.

Por todo esto, fue por lo que no te abracé cuando nos despedimos.
Porque después de abrazarnos nos tendríamos que haber separado.
Y como tu comprenderás. No estaba yo de humor para ello.